En general, no creemos en la virilidad moral ni energías de América para una vida mejor; los vicios y concupiscencias arraigaron rápidos y la embotaron; pasará a la Historia como el imperio del dolar; careciendo de ideales y moral pura, será efímera su vida.
El yanqui no es trabajador, ni tenaz, ni tampoco concecuente su labor; no es un sajón ni anglosajón. Tardo y difícil su discurso, emprende o abandona a discreción, según dificultades, circunstancias o conveniencias recónditas y factibles. Indudablemente, es un especulador: comprar barato y vender caro integran su cerebro; el trabajo, sus empresas, trusts, que son negocio; el agio, la Bolsa y Banca a todo trance.
En Yanquilandia el trabajo manual está entregado a extranjeros; la ruda agricultura y ganadería, especialmente, a holandeses y alemanes; la albañilería, a italianos y españoles.
América para los americanos, dice Monroe; nosotros afirmamos: América para los yanquis, es un hecho.
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Pedro de la Cerda / Eugenia Lefevre en 'Viaje universal en busca de la verdad', página 20, capítulo IV; CIAP (Compañía Ibero-Americana de Publicaciones), Buenos Aires, Barcelona, Madrid, 1930.
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(*) Le pusimos título a la cita
(*) Le pusimos título a la cita