Eranse una vez la Audacia y el Valor que salieron a recorrer el mundo. Aquí arribaron, ya entrada la noche. Estaban, además de hambrientos, escuchimizados. El hambre de las horas frustradas, les había excitado el águila huraña de la sangre, antaño, derramada. Vinieron, en venganza, a ponerse el mundo por montera.
Temblaba la noche en su morada oscura y tenebrosa. El viento, citado en sus ramas, zarandeó las hojas de los árboles Ellos, poco o nada poseían para temer perderlo en el empeño.
Tenían en el recuerdo, eso si, desde el seco tornado, burlón y violento... hasta el trallazo fulgurante del relámpago, en la espalda lacerada de la noche..; desde el perro voraz de carne negra, la cal viva, el pimentón molido... hasta los poseedores de vergajos, con violación impune, en tiempo muelle...
Por lo que iban a beberse el mundo... y con solera vengativa... Mas una pequeña y breve escaramuza cruzose en su carrera, trizando el manso fluir de su camino alegre... Fueron reducidos a solaz de espejos: juego de brillos y reflejos... Haciéndoles huir con más velocidad que el aire fugitivo...
Ahora gimen en sus cuévanos a gusto... Y se imaginan mordiscos feroces, lo que tan solo es un carnaval de escupitajos. No estaban preparados para el Arte...
Y es que, muchas veces, es difícil ser un Hombre.
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