I
Con la sonora pulsación del agua,
con el fragor terrible de los vientos,
con el sabor salado de la espuma,
yo resucito el timbre de tu verbo
que te hace oración
y mar, Maestro.
De lleno
en el dintel
purísimo del pueblo.
De lleno en el rifle de Sandino
y el grito clamoroso del obrero,
con la tenaz campaña del infante
y la leción martiana del sincero.
De lleno
con el trigo de los libres
y la mazorca de oro de los buenos.
De lleno con las manos repartidas
traslado a nuestro sitio tu jilguero.
II
Enrique Muñoz Meany.
Guerrrillero.
Tu limpia carabina de palabras
melló la noche orgiástica del cuervo.
Tu antorcha sideral
de libro y fuego
fundió la pasta amarga del veneno.
Tu claro sustantivo americano
deshizo el mil retazos la iracundia
del rubio mercenario en su viñedo.
Enrique Muñoz Meany.
Hombre portento.
Tu sangre de Motagua
regó el huerto
del pecho incandescente de los negros.
Maestro inclaudicable de los libres,
dictando la lección del insurrecto.
Tu limpia catarata de verdades
bañó la imagen nústica del tiempo,
rompió en rompecabezas de la duda
y ardió con furia sólida de infierno.
Enrique Muñoz Meany
hecho bandera
del alto ciudadano en su granero.
III
No hay duda, Muñoz Meany. Tu alfabeto,
tu voto palpitante de soldado
se nutre en los salitres del desierto
al lado del Argel encadenado,
se nutre en las colonias del silencio
con aire de africano
y borinqueño.
Enrique Muñoz Meany hecho estallido
de seda, fulminante y de lucero.
No hay duda,
Muñoz Meany, que en las aguas
del río tutelar de nuestros metos
habrá un horario nuevo de horizontes
sin cárcel, ni grilletes, ni negreros.
La gran amanecida de los hombres
te lleva en sus fulgores, ¡hombre recio!
Muñoz Meany, que en los lechos
del sueño campesino
estás completo,
que en cada amanecer del explotado
despierta tu Bolivar de alma y sueño,
que en toda la neblina de tus muelles
descansan las amarras de tu cuerpo.
No hay duda,
Muñoz Meany, que la ruta
del puma colosal está en tu acecho,
que cada desayuno encarcelado
lo endulzan las esencias de tu acero,
que en toda geografía ensombrecido
se yergue el gran mensaje de tu incendio,
que en todo polvorín de amor y lucha
estás con el machete de Maceo.
No hay duda,
Muñoz Meany, guerrillero,
que en todas las almohadas del rebelde
se acuesta el infinito de tu cielo.
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(*) Poeta guatemalteco
(1) Extraído de la publicación 'Guatemala Comercial'
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