¡Salve, caras hermanas,
que hoy y ayer en disfraces
gustasteis de envolveros!
Yo se bien que mañana
os quitaréis los velos.
Y si al fulgor de las teas
unidas nos mantenemos
después, en los claros días,
a nuestro gusto andaremos;
juntas o solas, según
el capricho del momento,
por esas amplias campiñas
que esmaltan flores sin cuento.
A nuestro gusto y antojo,
descansar o hacer esfuerzos
y con descuidada vida
gozar de lo placentero,
sin por ello abandonar
el trabajo y el anhelo,
y ser, doquiera que vamos,
huéspedes gratos que encuentran
siempre un buen recibimiento;
es, de fijo, lo mejor
de todo y eso queremos.
Fausto, 2ª parte, escena II.
Traducción de Rafael Cansinos Asséns
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