jueves, 28 de junio de 2007

José Mª Amigo Zamorano: Un rabino cabalgando



Fuera por el recordatorio o no, lo cierto que el vino llamó al vino y León se echó un buen lingotazo entre pecho y espalda.

Su salud empeoraba por momentos y solo los recuerdos lo mantenían consciente y lúcido durante unos instantes.

Le dieron arcadas y vomitó.

Se sentó en el único asiento que tenía: una silla con el respaldo cascado que en nada se parecía a aquellas sillas donde se sentaban para la cena de la fiesta de Pascua.

Rememoraban entonces la historia familiar; los Anqaua eran sefarditas, expulsados de España por los tristemente famosos Isabel y Fernando, apellidados Católicos, que, en su forzado desplazamiento, emigraron al norte de África; luego a Turquía; para mas tarde asentarse en Samarcanda y Tashkent; había habido varios rabinos; de todos ellos destacó Efraím Anqaua una mezcla de nostálgica fidelidad a Sefarad y de energía combativa; firmeza de principios por la que fue recordado como el Rabino que Cabalgaba un Toro Embridado de Serpientes, al recomendar a los fieles asistentes a la sinagoga ser indómitos, vigorosos y bizarros como un toro, ante los agresores; y cautelosos y escurridizos, como los culebras, ante los poderosos: "debemos comportarnos como jinetes en toro embridado de serpientes; es decir que la sagacidad y el entendimiento encaucen nuestra voluntad de contrarrestar la poderosa injusticia: así seremos invencibles", se solía recordar el remate de sus sermones con indisimulado orgullo; el rabino Efraím, contaban, había muerto añorando la judería de Hervás, hermosa villa de la provincia de Cáceres, en Sefarad y que, para su desgracia, como para tantos otros, fue enterrado en tierra extraña, en la arábiga Tlemecen.


León, a su antepasado, siempre lo comparó con Carlos -llamaba así al famoso judío alemán Marx como si de un amigo se tratara- "salvando las distancias, claro", por esa postura intransigente y sagaz con los opresores.

Con esa manera de ser a él no le hubiera importado ser rabino; si fuera creyente, que no lo era.


--¡Lamento no poder asirme a nada! ¡ni tan siquiera a la añoranza!

Dolorido, cansadísimo y muy debilitado por la paliza, la pérdida de sangre y los devueltos, se levantó dispuesto a despojarse de sus vestiduras para echarse en la cama y descansar.

Se enredó, medio mareado, con la pata de la silla dándose de bruces con el espejo; este le devolvió el rostro de un borracho ensangrentado tan extraño que visto en una foto se hubiera interrogado acerca de la identidad de sujeto tan mal encarado.

Sacándole la lengua al espejo se dijo que tenía que cuidar de si mismo de lo contrario nadie lo iba a hacer por él.

Mañana mismo liquidaría con su tío Samuel la heredad de Tashkent y se iría lejos, muy lejos; pero ¿donde?... ¡qué mas da!... a USA, por ejemplo; que ¿qué coños se le había perdido allí?: nada; y nada quería encontrar; se le había ocurrido USA por... ¡que leches sabía!, pura casualidad; por continuar la corriente de otros amigos judíos que habían recalado en el "seno del monstruo" para conocerle "las entrañas" aunque su "honda fuera la David".

¡Que perra le había entrado con lo judío! Tenía que hacer algo y pronto si no quería acabar mal, muy mal.

Se le ocurrió, en la nebulosa del mareo, lo de Wole Soyinka, el nigeriano, riéndose en los morros de los defensores de la Negritud:


--"El tigre no proclama su tigritud". Ni el judío su judaísmo, ¡joder!. ¿Por qué tengo que hacerlo? Soy judío por qué si y a mucha hondra.

Inició una especie de corte de mangas que abandonó en mitad de la acción y se cayó de bruces en el suelo.
Luego quedóse como adormecido riéndose de la chanza; últimamente sueña que se extiende, que se estira, que se alarga y se pierde en el infinito como un encefalograma plano.

La sangre, que brota de la comisura de sus morros sonrientes, era una socarrona lengua -sin crestas, ni valles, tal que ese encefalograma plano- dirigida al otro lado del espejo tal como si hubiera algún rapado caminante.

martes, 26 de junio de 2007

Walt Whitman: Mi Legado

A ti, quienquiera que seas (bañando con mi
aliento esta hoja para hacerla crecer,
oprimiéndola un instante entre mis manos vivas:
¡Toma! ¡Mira como late el pulso en las muñecas!
¡Como dilata y contrae la sangre mi corazón!)
Me ofrezco a ti, en todo y para todo, me ofrezco
a mi mismo, prometiendo no dejarte jamás,
de lo que doy fe firmando con mi nombre.

Walt Whitman
(traducción de Concha Zardoya)

viernes, 22 de junio de 2007

Iswe Letu: Estos haikus míos

En las arenas de su torrente seminal
cabalga un semental de crin cuerda.
Somos asaz contradictorios.

martes, 12 de junio de 2007

Rubén Darío

Pues la rosa sexual
al entreabrirse
conmueve todo lo que existe
con su efluvio carnal
y con su enigma espiritual.


Rubén Darío

martes, 29 de mayo de 2007

Robert Mezey: Coplas

Robert Mezey



Has leído un millón de libros

y ¿qué es lo que sabes?

¿Había una membrana

entre la página y tu ojo?





Robert Mezey

jueves, 24 de mayo de 2007

Iswe Letu: Faroleros

Eranse una vez la Audacia y el Valor que salieron a recorrer el mundo. Aquí arribaron, ya entrada la noche. Estaban, además de hambrientos, escuchimizados. El hambre de las horas frustradas, les había excitado el águila huraña de la sangre, antaño, derramada. Vinieron, en venganza, a ponerse el mundo por montera.


Temblaba la noche en su morada oscura y tenebrosa. El viento, citado en sus ramas, zarandeó las hojas de los árboles Ellos, poco o nada poseían para temer perderlo en el empeño.

Tenían en el recuerdo, eso si, desde el seco tornado, burlón y violento... hasta el trallazo fulgurante del relámpago, en la espalda lacerada de la noche..; desde el perro voraz de carne negra, la cal viva, el pimentón molido... hasta los poseedores de vergajos, con violación impune, en tiempo muelle...

Por lo que iban a beberse el mundo... y con solera vengativa... Mas una pequeña y breve escaramuza cruzose en su carrera, trizando el manso fluir de su camino alegre... Fueron reducidos a solaz de espejos: juego de brillos y reflejos... Haciéndoles huir con más velocidad que el aire fugitivo...

Ahora gimen en sus cuévanos a gusto... Y se imaginan mordiscos feroces, lo que tan solo es un carnaval de escupitajos. No estaban preparados para el Arte...

Y es que, muchas veces, es difícil ser un Hombre.

lunes, 21 de mayo de 2007

Muere en Hondarribia Eva Forest

No hubo para ella lucha que fuera ajena o lejana. Fue encarcelada junto a su hija Eva, recién nacida, por su solidaridad activa con los mineros huelguistas de Asturias. Crea en Madrid en 1967 un Comité de Apoyo a Vietnam. En 1968, durante el primer estado de excepción franquista, desarrolla una intensa labor informativa contra la represión, editando regularmente el boletín de noticias "Información" y otro que llegó a ser célebre, "Estado de Excepción".

Y dos años después, al calor de la ola de solidaridad con las luchas del pueblo vasco y coincidiendo con el Proceso de Burgos, crea en Madrid el Comité de Solidaridad con Euskadi. La bestia fascista no podía tolerar tanta valentía, y aprovechando la provocación de la bomba en la cafetería de la calle Correo en la Puerta del Sol (atribuida por la policía franquista a "un comando ETA con apoyo comunista" ) es encarcelada durante tres años, recibiendo del partido en el que había militado únicamente rechazo y desprecio. El juicio nunca llegó a celebrarse, y sólo salió de la cárcel un día antes de las elecciones del 15 de Junio de 1977. Fue de aquellos presos políticos que la monarquía franquista mantenía como rehenes, pero cuya permanencia en la cárcel hubiera arruinado la imagen reformista ante los observadores extranjeros.

Ya en libertad empieza una minuciosa labor de investigación de testimonios y denuncia de la tortura omnipresente bajo el régimen juancarlista. Crea un grupo internacional de investigación, y edita numerosos trabajos cortos en revistas sobre denuncias, hechos verificados y técnicas de tortura empleadas por la policía y la guardia civil en sus centros de detención, sacando a la luz un siniestro panorama que nadie pudo negar, a pesar de que ni por conductos parlamentarios ni por otros canales oficiales se denunciaran. A partir de 1977 ella y su marido, Alfonso Sastre, se ven obligados a dejar su querido Madrid y trasladarse a Hondarribia, una especie de exilio interior, precio pagado por su entereza política y su coherencia, ante una situación política que se iba enrareciendo progresivamente a base de consenso y retrocesos.

Durante todos los años siguientes se dedica a labores culturales y de solidaridad internacionalista, a la colaboración con organizaciones de derechos humanos, y especialmente al trabajo en la Editorial Hiru, creada en 1990.