miércoles, 19 de marzo de 2008

Mojammed Dib: 'Elementos, 2'

Mojammed Dib: 'Elementos 2'

Silencio tan fuerte de las piernas,
silencio de verdes espinas,
y de brazo rodeando el cuello.

Mi mujer contra el hambre
que no se puede arrancar,
con los párpados cerrados canta.

Aun nieva, todavía. La estrella
que mata el día sobre su cuerpo
está apagada, toda en cenizas.

Y grita junto a mi, ligera
boca ni pálida ni enrojecida.
Sirena de sangre que dormita.

martes, 19 de febrero de 2008

Cavafis

Cavafis


Si vas a emprender el viaje hacia Itaca,
pide que tu camino sea largo,
rico en experiencias, en conocimiento.
A Lestrigones y a Cíclopes,
al airado Poseidón nunca temas,
no hallarás tales seres en tu ruta
si alto es tu pensamiento y limpia
la emoción de tu espíritu y tu cuerpo.
A Lestrigones ni a Cíclopes,
ni a fiero Poseidón hallarás nunca,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no es tu alma quien ante tí los pone.

Pide que tu camino sea largo.
Que numerosas sean las mañanas de verano
en que con placer, felizmente
arribes a bahías nunca vistas;
detente en los emporios de Fenicia
y adquiere hermosas mercancías,
madreperla y coral, y ámbar y ébano,
perfumes deliciosos y diversos,
cuanto puedas invierte en voluptuosos y delicados perfumes;
visita muchas ciudades de Egipto
y con avidez aprende de sus sabios.

Ten siempre a Itaca en la memoria.
Llegar allí es tu meta.
Mas no apresures el viaje.
Mejor que se extienda largos años;
y en tu vejez arribes a la isla
con cuanto hayas ganado en el camino,
sin esperar que Itaca te enriquezca.

Itaca te regaló un hermoso viaje.
Sin ella el camino no hubieras emprendido.
Mas ninguna otra cosa puede darte.

Aunque pobre la encuentres, no te engañará Itaca.
Rico en saber y en vida, como has vuelto,
comprendes ya qué significan las Itacas.



jueves, 7 de febrero de 2008

Nkan Ntane: 'A mi madre'

A mi madre



Como un pez caído en charca cenagosa
peligrosamente nadando
en la amenaza
lejos de su océano.
Aquí estoy, oh madre mía
con mi ropaje de congojas
de enojos y esperanzas.
Mi cabello, en un baluarte,
antes que el tuyo,
ha blanqueado
¡Cuán doloroso es oh madre
saber que así he ido envejeciendo y no verme!
Una noche, sentada cerca del hogar,
te veo pensando en tu hijo
roto
desorientado
detenido
acorralado
acosado
y en tus nietos detrás de su madre
heroicamente batallando
por nosotros.
Antaño, yo tenía 20 años, ¿no es verdad?
Y hoy,
háblame, respóndeme,
¿Soy acaso tu vergüenza? ¿El techo miserable de tu casa abandonada?
¿Acaso soy tu humillación?
¿Tu silla rota que deslava la tormenta y quema el ecuador?
¿Soy tu remordimiento? ¿Tu espejo roto?
¿O tu hijo de siempre?
Cuando, cada jornada, a la aurora
despunta el sol
creo descifrar en tu cara roja tu mensaje
para todas las naciones de la tierra:
"Si allá muere mi hijo,
muere por mi;
si allá muere mi hijo
muere por su madre Patria".



Nkan Ntane

(Chants de la Patrie)

miércoles, 23 de enero de 2008

Dennis Brutus: Carta a Marta 2

Contra el racismo

2


Uno aprende pronto
que clavos y tornillos
y mayores piezas de metal
deben ser depuestas;
y viéndolas forjadas y filosas
te hielas, atónito
al ver qué cruel puede acabar siendo
—este simple y útil trozo del acero:
y al destellar de pronto estos cuchillos
—surgidos acaso de algún disciplinado esfínter
—uno capta al instante el horror fúlgido-acero
en el aire matutino
y qué blanda y vulnerable la desnuda carne.

Tomado de: http://belatreides.typepad.com/africa_log/

jueves, 17 de enero de 2008

Grafitekleo

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miércoles, 19 de diciembre de 2007

Gabriel Celaya: Lo que faltaba

A Garcilaso de la Vega

Si de mi baja lira prosaista
surgiera, no mi voz, sino mi España
verías como vibras en su entraña
pese a tanto cantor garcilasista.

Estamos con las armas en la mano,
buscando un nuevo ritmo, fiel contraste.
Estamos como tú nos enseñaste,
luchando por lo nuevo y por lo sano.

Por eso te saludo y te prometo
que daré, como tú, cauce a la Historia:
porque eres en mi, vida, no memoria,
e impulso a la aventura, no soneto.

Gabriel Celaya

lunes, 10 de diciembre de 2007

José Mª Amigo Zamorano: Sobre el influjo de la naturaleza en el libro de Urbano Blanco Cea

Por José Mª Amigo Zamorano

Nos atrevimos a calificar a Urbano Blanco Cea, que acaba de publicar el poemario titulado 'El Alijar jara en flor', como emigrante en Madrid donde trabaja, por lo que trasluce la lectura de su libro.
Ya el sólo título nos orienta para adentrarnos en los recovecos de su almario, compuesto de recuerdos de la tierra que le viera nacer: su pueblo. Y máss que las gentes, la naturaleza y sus habitantes: flores, árboles, pájaros...
Eso ha llenado su ser y lo ha convertido en poesía con su olor a pino, a jara que, antaño, embriagaran a Vicente Aleixandre y Dámaso Alonso (o eso supone el poeta Urbano) Para los que no estén al tanto de estos pormenores poéticos, sepan que los poetas Dámaso Alonso y sobre todo Vicente Aleixandre, se iniciaron a la poesía por estos lugares allá por el año 1917.
Una parte, un fragmento del libro de Urbano (porque toca temas muy diversos) está colmado de referencias a ese mundo que nos rodea (la naturaleza) que nos marca de niños y que luego, ya adultos,, cuando nuestro espíritu se llena de otras imábenes, vamos arrumbándolo, e incluso nos distanciamos de él, sin darnos cuenta que somos naturaleza y sigue influyéndonos fundamentalmente, aunque parezca que está en segundo plano. .
Pero en esa niñez que hemos citado se va moldeando nustra escultura poética: árboles nevados, vuelo de golondrinas y vencejos, besos de lluvia, piedras convertidas en oro por el sol... Es el tiempo en que el murmullo del agua al caminar por el cauce del riachuelo nos hace escucharlo con arrebatada pasión (o eso creemos cuando somos maduros) que no se nos va del todo. El poeta navero ama todo eso y lo dice en un poema de dos versos: "más que quienes nos suponen/somos lo que amamos".
Por supuesto, lo que ama no está en las calles de Madrid abarrotada de coches, de luces, de ruidos, de trajines, de humos... está al amanecer "cuando nacen los colores", cuando el alba toca con su varita de mágica luz y resucita todo ese mundo que recordábamos antes: escarchas, rocíos, trinos, pinos, jaras... Colores que Madrid no guarda. El poeta, en la urbe, se convierte en avecilla: "se me ha escapado un pájaro del nido de los anhelos olvidados". Y vuela al campo a recobrar esos anhelos. No es que Urbano lo escriba así. Es una licencia que nosotros nos tomamos.
Desde que nosotros saludamos su primer libro, el poeta ha madurado adquiriendo un estilo propio. Sin embargo, el poso machadiano sigue y, suponemos, seguirá siempre en su almario urbaniano, dado que sus amores hacia el campo castellano, hacia Las Navas, hacia su pueblo, lo une a la concepción de Castilla que Machado tenía y se refleja en uno de los poemas más largos dedicado a ella. Esa Castilla que se va muriendo abandonada por sus hijos y los que se quedan "dormitan al calor de la lumbre", recordando tiempos jóvenes, recordando la faz pedregosa, las espigas, la primavera que anuncian los amendros en flor...
Son, como dice el poeta "El beso de lluvia que cava/en el fondo de mi pozo seco".
Mas con toda esa muerte anunciada, presentida, o quizás por eso, el poeta que es Urbano Blanco Cea declara como una condición testamentaria: "Llevadme al campo cuando ya no vea/cuando esté cansado y no pueda andar".
Castilla, escribe en el poema que le dedica, "te amo con la misma mansedumbre", lo que nos hace recordar el poema ya mencionado: "Mas que quienes nos suponen / somos lo que amamos". Amén.