miércoles, 26 de octubre de 2011

Euskadi, ETA: Recuerdos personales (2)


Pero vayamos a mi estancia en Cestona: un día, al salir de clase por la tarde, don Juan fue a saludar a un individuo, un joven con gabardina gris al que solo le faltaba subirse el cuello para parecer un poli o un miembro de una banda de gánsteres. Estuvieron charlando un poco y desde allí nos llamó a Joaquín y a mi para presentarnos al joven de la gabardina gris:

-Os presento a uno de la tierra, dijo.

Y, mira por donde, resultó que nos habíamos visto -según creo recordar- en el instituto de enseñanza media de Zamora. En algún examen. Estaba en Cestona por asuntos de trabajo. Y era representante de algo. O eso dijo.

Por la mañana del día siguiente, ¡que casualidad!, la madre de un alumno me aborda para preguntarme por su hijo. En el transcurso de la conversación saca a relucir, ¡qué segunda casualidad!,  la charla con el 'amigo' de la gabardina gris. Le explico que no es amigo, solo conocido. Y lo que me había afirmado el susodicho gabardinero de representar...

-¡¿Representante?!... ¡Ese!... ¡Pero si es un secreta de la Guardia Civil al que llaman 'Hijo de Manzanas'!...

La verdad: no entendí eso que dijo la señora de 'Hijo de Manzanas'. Tampoco se lo pregunté, por mi enfermiza timidez. Pero me di cuenta que los ojos sirven para algo. Y el pueblo estaba lleno de ellos.

Dos o tres años después, estando ya de maestro en Azcoitia, quedé con otros compañeros en un bar de Azpeitia que daba a una plaza. En el mismo centro del casco urbano. O eso creo. Por la calle pasó el de la 'gabardina gris' con la misma vestimenta. Si la memoria no me falla se apellidaba Posadas. Por entonces ya sabía yo por qué le llamaban 'Hijo de Manzanas' y quién era el tal Manzanas. Melitón Manzanas, famoso por sus propias heroicidades, fue el primer policía que mató ETA. Al parecer era un torturador del que se decían cosas tremendas, horribles a veces; como, por ejemplo, haber pegado, en un interrogatorio, una patada, en la barriga, a una mujer embarazada. Y a Posadas le atribuían, las buenas o malas lenguas, métodos muy expeditivos comparándolo con el otro.
El dueño del bar me dice:

-Ahí pasa uno de tu tierra.

-Si, lo conozco. Estudió conmigo. Hace ya tiempo estuve hablando con él en Cestona.

-¡Ah, coño! Sé quien es. Dicen que está fichado por el pueblo -comenta uno de los maestros.

-Mientras solo sea el pueblo quien lo fiche bien va... -reflexiona en alto el del mostrador que era carlista.

Poco tiempo después lo mató ETA. Lo recuerdo perfectamente: estábamos en Azcoitia reunidos en claustro; Dos compañeros llegaron tarde; eran hijos del comandante del puesto de la Guardia Civil de Azpeitia. Uno de ellos se sentó junto a mi y casi en un murmullo me dice:

-Perdona el retraso. Es que han asesinado a ese guardia civil de Zamora que tu conocías.

-¿A Posadas? ¡No jodas!

-Si. Iba a buscar a sus hijas al colegio y lo ha matado. Han perseguido a los etarras. Pero en Guetaria se ha perdido la pista. Dice mi padre que es porque el pueblo los ha guardado y que cuando eso ocurre no hay manera de encontrarlos. Ordenó la suspensión de la batida porque muy bien pudieran estar ya en un barco rumbo a Francia.

-¡Pobre Posadas!, exclamé.

-¡Qué pena! La mujer y sus hijas... Era muy querido. Ha pasado mucha gente a dar el pésame al cuartel.

Entonces comprendí las palabras del dueño del bar: 'mientras solo sea el pueblo quien lo fiche bien va...' Me puse un poco triste aunque solo lo había tratado unos minutos. No sé si mi zamorano fue un torturador. Y él nunca me lo dirá.

seguirá >>>

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