A los pocos años me fui de Euskadi. No porque tuviera nada contra los vascos. Conocí algunos. No muchos. No tengo nada contra los vascos. Ni contra los abertzales. Conocí algunos. No muchos. Por no tener animadversión, ni la tenía contra ETA. Eso si, su ideología no me gustaba. Sus métodos... bueno... sus métodos menos. Me marché por nostalgia. Los jardines de Irún llegaron a aparecerme como los prados de mi pueblo. Me hacía viejo. ¡La vida!
Repito, por nostalgia. Y no por su opción armada. Pues la Historia nos enseña que han cogido las armas todos: el PSOE, en el 36, defendió la República fusil en mano; y el Partido Comunista de España, igual; y los anarquistas idem de lienzo... ¿Y que podemos decir del PP?: sus mayores tomaron las armas para derribar la República. La lucha armada no la descarta nadie. Nadie. A mi no me engañan con esa cantinela de la no violencia.
No, no era por eso. Creía y creo, simplemente, que su lucha no es la mía. Nada mas. Y para mas inri la deriva criminal posterior: se ha ganado, a pulso, el odio de buena parte del pueblo español. Eso de socializar el dolor, ¡no! ¡Machácate tu los huevos! O si no sabes cómo conseguir tus objetivos, vete a casa hijo puta, pero no la pagues con los demás, que no tienen culpa de tus errores.
Por otra parte, la mayor parte de las veces, a partir de lo de Hipercor, sus acciones solo servían a la mas negra reacción, al mas intolerante españolismo, reverdecían a la derecha mas extrema. Alentaban al PP.
No era ya aquella ETA de la que decía Bergamín que obedecía a su pueblo, como el pájaro obedece al viento. Se había creído dueña del firmamento y volaba por donde le daba la gana.
De modo que por eso, porque sus atentados le servían de alimento a la reacción, ahora que ETA ha declarado el cese definitivo de sus actividades armadas, esos sectores reaccionarios, derechistas, fascistas, nazis... no hacen mas que ladrar. No le gusta nada su decisión.
El colofón de su degradación moral fue, todos lo sentimos arrugados los corazones, el asesinato de Miguel Angel Blanco. Yo estaba en Almería. De vacaciones. Hasta allí llegó ETA.
Viendo las manifestaciones para salvar la vida de ese joven me emocionaba recordando un 27 de septiembre de 1975 que, con el alma en vilo, esperábamos el perdón del Estado Franquista para esos luchadores por la libertad y contra el fascismo. No llegó el perdón del franquismo. ni el de ETA. Los 5 del 75 fueron asesinados y Miguel Angel Blanco también.
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Ese verano de 1997. En Almería. Viendo las manis de repulsa a ETA y oyendo los gritos de ¡Libertad! ¡Libertad!, pensé que allí no estaba todo el pueblo vasco. Faltaba una parte. Una parte que no tenía el valor moral de salir a la calle para gritar por dos cosas: contra el asesinato que repudiaban y por sus reivindicaciones nacionales.
No tenían valor, porque la organización que habían adorado -esa ETA, que en versos de Bergamín, obedecía a su pueblo como el ave al viento- estaba cometiendo un crimen. Y se quedó en casa. Si hubiera estado el pueblo vasco en conjunto se hubiera gritado ¡Libertad! y ¡Askatasuna! indistintamente.
Empero solo se oía ¡Libertad!. Y no es lo mismo Libertad que Askatasuna. Aunque pueda parecerlo. Significan cosas distintas. Y ese problema está aun por resolver. Aunque ETA haya dejado las armas.
Y si no... el tiempo nos lo dirá.
FIN
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