lunes, 8 de enero de 2007

Eusebio García Luengo: 3 FARSAS PARA TÍTERES

“TRES FARSAS PARA TÍTERES”

Madrid: Ediciones Izquierda, 1936

(Nueva Cultura, número 13, julio de 1936)

Hay escritores que van a redropelo de la historia. Otros que la siguen o acompañan. También quien la alumbra. De los últimos es Arconada, al que habrá que recurrir cuando de estudiar nuestro tiempo se trate, pues lo va historiando literariamente.
Ya se sabe que la viabilidad de la obra, su dinámica, se da proporcional a lo que refleje y transforme la vida de su tiempo. En este sentido funcional la literatura de Arconada es de las de más claro impulso.
Las últimas obras de Arconada componen en verdad un ciclo que, por gala de variedad en el autor, toca distintos géneros. También podría decirse que es una única gran obra, primero hecha novela, después poesía, más tarde teatro...
O sea, Arconada va alumbrando la historia y la literatura –tanto vale- de su época en el doble aspecto: en cuanto a tema y en cuanto a género.
En efecto, llega la revolución republicana y su fracaso revolucionario, y Arconada escribe “Los pobres contra los ricos”. Replica también a los que andaban enredados en buscar “lo nuevo”. Continúa con “Reparto de tierras”, cuando la historia madura de modo que el tema, que se ve que Arconada no es sino ese cosechero literario que siembra su mirada y su sensibilidad en su tiempo y en su tierra y recoge lo más ingente, lo más granado y fecundo...
Del mismo modo comienza la poesía revolucionaria a dar quehacer a poetas y críticos. Y Arconada publica “Vivimos en una noche oscura”, que, por una parte, trasplanta un enorme motivo cernido sobre nuestras vidas y, por la otra, muestra una manera poética revolucionaria. Por último, cuando a todos nos hostiga la urgencia de un teatro revolucionario, Arconada nos da “Tres farsas para títeres” que, como él dice, puede ser también para hombres.
¿Son obras distintas –imposible averiguar hasta cuando una obra contiene esencia independiente- o pertenece al mismo cielo interpretado de todos los modos para completarle? Ambas cosas. Son distintas caras de la misma gran obra de su tiempo. Distintas expresiones de la misma gran expresión del primer estado social. Distintas voces del mismo gran cuerpo popular.
De su último angustioso esfuerzo para reivindicar al subhombre, Arconada parece querer descansar y hacer unas desaforadas volteretas con sus criaturas. Ya es hora que riamos un poco, parece decir. Que si hay mucho triste, también hay mucho grotesco. Lo grotesco candoroso, llamaríamos a esas farsas. Arconada hace siempre el gran arte simple. Puede contraponerse acaso –no creo que esté en la preceptiva- con otro gran arte complejo, Dostoievski, por ejemplo. Valle-Inclán puede ejemplarizar el simple, el más español y más apto, claro, para expresar el primer estrato rural y los grandes movimientos históricos, y más si éstos son revolucionarios, como en Arconada...


Eusebio García Luengo

APARECIDO EN 'CAMINAR CONOCIENDO' PÁGINA 16, Nº 9

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