domingo, 7 de enero de 2007

Antonio Escudero: AMOR Y MUERTE EN PUEBLA DE ALCOCER

AMOR Y MUERTE EN PUEBLA DE ALCOCER

Por Antonio Escudero

(En homenaje a Eusebio García Luengo)

En Puebla de Alcocer, vivían Mirian -- hermosa hija del rabino Ismael-- y Julián, --apuesto mozo, hijo de un culto mercader judío, dueño de viñedos en la comarca de la Serena.
Como lo hermoso va siempre en busca de lo bello y de lo bueno, Julián y Miriam se conocieron y entre ellos surgió el irresistible impulso del amor. Un amor casto y puro. Como lugar preferido de sus encuentros eligieron el manantial conocido por Fuente de la Albuhera, algo distante del centro de la ciudad y que favorecía la tranquilidad y la soledad, tan apreciadas siempre por los enamorados.
Y en una hermosa tarde de verano, mientras Mirian escuchaba a Julian embelesada, él le habló de la visión que unos del lugar habían tenido: aseguraban habérsele aparecido el sabio Maimónides, que, coronado de un olivo, descendía del castillo cabalgando un caballo ruano embridado por una gran serpiente viva.
Pero el Mal se cernía sobre ellos. Eran vigilados por Zoilo, un muchacho de mirada torva que dio cuenta inmediata de las citas de los amantes a su primo Pelayo, hombre de mediana edad y poderoso terrateniente cristiano, que había pretendido a la joven hebrea y que había sido rechazado por ella.
Pelayo, abrumado por los celos y lleno de rencor hacia los judíos, juró desquitarse y tomar venganza: “Si no puede ser mía, tampoco será de nadie”. Y en su rostro se dibujó el odio.
Visita al rabino y de un modo insidioso, y mintiendo, le cuenta que las relaciones de su hija con el joven mercader habían llegado a ser pecaminosas e irreparables. Percatándose el rabino, hombre principal, sabio y virtuoso, de las perversas intenciones de Pelayo, con energía bíblica le dijo: “¡Vete de mi casa, protervo, y no calumnies los amores de mi hija y Julian, blancos y puros como la nieve, y que acatan siempre las leyes del Eterno! ¡Vete y no vuelvas más!
Fuera de si, echando espuma de rabia por al boca, Pelayo se dirigió hacia la casa de Zoilo y ambos decidieron dar muerte en secreto a los jóvenes judíos.
En vísperas del Sabbat, en la Fuente de la Albuhera, cuando los enamorados juntaban sus miradas y sus manos, llenos de nobles sentimientos, fueron sorprendidos y cosidos a puñaladas por los infames primos; y, amparándose en la oscuridad de la noche, huyeron.
A la mañana siguiente, abrazados, fueron descubiertos los cadáveres abrazados y esbozando la dulce sonrisa de los justos. Nadie al parecer vio ni oyó nada. Los asesinos pertenecían a una familia influyente. Y los jueces se limitaron a unas indagaciones rutinarias.
Los padres de los jóvenes recogieron los cuerpos de sus hijos, y entre gritos y llantos de los familiares y amigos, les dieron sepultura uno junto al otro, donde reposaban los restos de sus antepasados.
Desde entonces se cuenta que algunas noches de invierno, se oyen los requiebros y palabras de amor de Julián; y sobre todo, los suspiros y lamentos de la joven hebrea a la que el pueblo, curiosamente, también llamaban Maruxa.


PAGINAS 42 y 43 DE 'CAMINAR CONOCIENDO'

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