lunes, 8 de enero de 2007

BAILANDO CON LA VANGUARDIA


BAILANDO CON LA VANGUARDIA

Por Paz Díez-Taboada

Hace algún tiempo que, en el mundillo literario, hay un cierto afán por recuperar la memoria de algunas figuras literarias a las que la Guerra Civil u otras tristes vicisitudes apartaron de nosotros, para que no caigan en el negro olvido, al que tan proclives somos por estos pagos. Así, y no hace muchos años, la vallisoletana Ámbito editó una selección de la obra periodística del escritor Cesar M[uñoz] Arconada (Astudillo, Palencia, 1898; Moscú, 1964) (*), edición en que también se incluyen algunas de sus primeras muestras poéticas, publicadas en Diario Palentino, o “Dancing”, interesantísimo poema que vio la luz en Parábola, revista vanguardista castellana; y todos ellos anteriores a Urbe (Málaga, Sur, 1928), su primer poemario, próximo al surrealismo, al que siguieron Vivimos en una noche oscura (1936), Romances de la guerra (1937) y Dolores (1945), escrito ya en su exilio moscovita.
En el citado periódico de Palencia, el 16 de octubre de 1920, y bajo el epígrafe “Poesías de amor”, aparecieron “Contrastes”, “Y te quiero olvidar...” y “Su paso”. El primer poema –tres serventesios endecasilábicos asonantados en los pares y los dos primeros rematados en un heptasílabo posee un inconfundible tono becqueriano, pues el yo poético, dirigiéndose a una amada esquiva, rememora su petición de amor y la respuesta negativa y sonriente de ella, en contraste con el sí que, posteriormente, otorga llorosa a un mentiroso arlequín; y, a manera de epifonema, remata con una sentencia en la que equipara mujer y misterio. El segundo poema, también de estructura tripartita y métrica semejante –aunque aquí el quiebro del heptasílabo se encuentra en el tercer verso-, presenta la imposibilidad del olvido tras un pasado de amor, en el presente del desamor y aun ante el sueño de un ya imposible futuro amoroso; y si en el “cuando” que abre cada estrofa nos parece oír el eco de algunas rimas becquerianas –la XXV (“Cuando en la noche te envuelven...”) o la XXVIII (“Cuando entre la sombra oscura...”)-, es, sobre todo, en el “¡pero no puedo!”, ritornelo con que remata las tres estrofas, en donde creemos estar ante una paráfrasis del “¡No pudo ser!” de la rotunda rima XLI.
El tercer poema, en cuartetas consonánticas octosilábicas, es ya “otra cosa”. Tras los cristales de su hogar, el yo poético contempla un melancólico paisaje urbano, otoñal y crepuscular, y se muestra atento a la presencia de la mujer. Tanto por el asunto de la “proximidad de la amada” y, sobre todo, por el final en que ELLA –con mayúsculas- se hace presente, este “Su paso” de Arconada recuerda aquel poema del intimista Eusebio Blasco, fechado en París, en enero de 1870, que comienzo: “Son las tres; va a venir; me ha prometido // pasar toda una tarde junto a mí...; // todo la espera..., el cuarto perfumado...” y remata: “Me late el corazón; ¿será que llega?... // La seda oigo crujir... // Ya resuenan sus pasos temerosos... // Se acerca... ¡Ya está aquí!”.
Cuatro meses después de estos poemas intimistas de tono postbecqueriano, publica Arconada un primer artículo sobre “El Ultraismo” (5-II-1921) –única tendencia vanguardista genuinamente española, promovida por Ramón Gómez de la Serna, Rafael Cansinos-Assens y Guillermo de la Torre-. En él confiesa paladinamente: “estoy de todo punto conforme con la esencia del credo ultraísta, aunque yo no me clasifico así porque no me gustan los determinativos ni encasillados. Es preciso convencer a la gente [de] que la mayor parte de todos los versos que hasta aquí se han escrito no son nada más que un revoltijo de tópicos y de lugares comunes muy sonorizados, pero con un sonido muy de hojarasca”; y, en consecuencia, promete a sus lectores que en la próxima colaboración publicará unos poemas de corte ultraísta.
En efecto, el 9 de febrero y dedicadas a sus amigos poetas palentinos, ven la luz “tres composiciones ultraístas, entresacadas de un libro de poemas que preparo”, no obstante lo cual, no fueron recogidas en Urbe ni en poemarios posteriores. En “Desencanto”, “Amplitud” y “Dos palabras”, Arconada quiebra y disloca versos y ritmo, y trata de alejarse de manidas expresiones amorosas; pero se le escapan, por aquí y por allá, rimas descontroladas y el léxico y las imágenes siguen siendo tópicas y convencionales. Todavía el 6 de octubre y bajo el epígrafe “Sed”, publica otros dos poemas de intención semejante, “Triunfo” y “Voluntad”, que adolecen de lo mismo y, a mi entender, aún con menor acierto poético.
Sin embargo, tras estos intentos vanguardistas, el 3 de noviembre del mismo año y con el título “Tres fases”, aparece un poema, en serventesios decasilábicos,’ ’inconfundiblemente modernista; pero no a la luminosa manera rubendariana, sino próximo al blando “neorromanticismo” de Villaespesa o de ciertos poemas de Benavente. A la hora del crepúsculo y en un jardín con sus inevitables fuentes y frondas de Watteau, una pareja de amantes se dicen frases musicales, cantinela y madrigales: es el amor; luego, marchan unidos y encendidos por el deseo: un Orfeo que ¡ay! “canta canciones de podredumbre”; así que ya no hay “encuentro en la tercera fase”, porque roto el “epitalamio breve y risueño”, se ha producido el definitivo alejamiento. El “romántico vergel florido” es ahora un solitario jardín umbrío valleinclaniano: ha triunfado el Hastío.
Habrá que esperar algún tiempo hasta que la voz de Arconada se muestre madura y en línea con tonos y asuntos de las “vanguardias poéticas”, que cantaron elementos y actividades inconfundiblemente modernos como, por ejemplo, las máquinas y las fábricas, el telégrafo y el teléfono, el automóvil y el aeroplano, la fotografía y el cine, el deporte o el baile “siglo XX” –así, José Moreno Villa, en “Bailaré con Jacinta la Pelirroja” (1929), o Vicente Aleixandre, en “El vals” (1930)-. En “Dancing”, que desde el anglicismo del título anuncia su afinidad con el vanguardismo, exalta Arconada la alegría ruidosa y frenética de una sala de baile popular y multitudinaria en una fría tarde de domingo: “Y todas las máquinas estarán dormidas en su domingo de anclaje. // Pero nosotros estamos ahora desvividos en fanales de música”. El ambiente es un pandemonium de ruido y bullicio, de risas y música, de movilidad tumultuosa –“Agitación. Saltos. Alegría. // Flexiones y vuelos”- en que se agitan, pululan y palpitan “cabelleras rubias oxigenadas de melodías”, y la bella y el bailarín, la rubia y el amante, la joven y el burgués, mecanógrafas y costureras y el propio yo poético, en torno de “mesas habitadas por tribus de cristalería”, bajo la lluvia del tango y las “luces veladas”...

El “dancing” resulta ser, pues, un nuevo “locus amoenus”, un moderno paisaje idílico o un frenético paraíso artificial en que los amantes se encuentran y chocan arrebatados por los ritmos obsesivos y excitantes de la música moderna: “Mi frente en tu frente. Tu cuerpo en mi cuerpo. Uno en otro // dentro de la concavidad de los ritmos. // El baile nos centra en su eje de alas azules”. Sin embargo, la tarde de domingo es sólo un “impasse” reglamentado, porque el trabajo espera, agazapado, concediendo apenas una breve tregua... Aunque ahora tiene todos “en acción los émbolos del baile”, “mañana // las mecanógrafas tendrán tinta de ojeras para las cintas de sus máquinas... // Y luego, // las costureras tendrán hilos de amor para coser sus sueños. // Y esta noche // todo dormirá –por fin- su ritmo de orden.”

(*) De Astudillo a Moscú. Obra periodística. Estudio preliminar de Christopher H. Cobb. Valladolid, Ámbito, 1986. Ya en 1978, Akal, de Madrid, reeditó la novela Río Tajo (1938) que fue Premio Nacional de Literatura. La obra de Arconada ha sido el objeto de la tesis de doctorado de José A. Guerrero (Universidad de Málaga)


EN 'CAMINAR CONOCIENDO' PÁGINAS 14 y 15

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