EN LAS AVANZADAS DEL CINE
Por Andrés Linares(*)
Al igual que otras muchas figuras de la cultura española de su época, la de César M. Arconada (Astudillo, Palencia, 1898 / Moscú 1964) ha sufrido lo que podríamos calificar de doble eclipsamiento: el primero, cuando todavía vivía, porque al tratarse de un intelectual de izquierda, claramente comprometido con la causa de II República, desapareció, sin más, de las antologías sobre Literatura y de los libros de Cine durante el largo período franquista; el segundo, porque al fallecer prematuramente en el exilio, no tuvo la oportunidad de regresar a España, ni de ser objeto de la rehabilitación e incluso recuperación oficial de su figura que si se ha dado en el caso de otros autores, algunos de ellos con menores méritos que los suyos.
Reflejo de este eclipsamiento es el hecho de que, a pesar de haberse cumplido en el 1998 el centenario de su nacimiento, éste haya pasado inadvertido no solo en el mundo de la Cultura y el del Cine, de por sí olvidadizos, sino incluso en las filas del PCE, en el que militó hasta su muerte, y que no se le haya dedicado ni un acto, ni una sola línea a recordar su memoria.
Personaje polifacético, al que podría calificarse de auténtico “hombre renacentista” por la amplitud y variedad de sus conocimientos, Arconada se dedica desde fecha temprana al periodismo y trabaja en el Diario Palentino; de 1923 a 1926 es crítico musical de la revista Alfar ( La Coruña ). En ese último año publica En torno a Debussy. Desde su salida ( 1927) es asiduo colaborador de La Gaceta Literaria de la que llega a ser redactor-jefe. En 1928 aparece su primer libro de poemas, Urbe... Arconada destacó en muy distintos campos de le creación y el pensamiento: en la novela, por citar solo una, “La Turbina”, muy en la línea del llamado “realismo socialista” tan en boga durante los años treinta, y cuyo interés y calidad están pidiendo a gritos una reedición.
Animado por este espíritu, Arconada decidió saltar a la palestra y convertirse en editor para poder sacar a la luz las obras que consideraba relevantes, y fundó Ediciones Ulises, a la sombra de la Compañía Iberoamericana de Publicaciones, junto con Julio Gómez de la Serna, hermano menor de Ramón, y ya entonces conocido traductor, y de José Lorenzo.
A modo de anécdota, y para revelar el grado de curiosidad intelectual y de “olfato” de Arconada como editor, conviene señalar que fue él quien convenció a Lorca, siempre reticente a dar sus poemas a la imprenta, para que en el otoño de 1930, entregase a Ediciones Ulises una serie de poesías sobre tema taurino, que se convertirían en “Sol y sombra”.
También a partir de 1930 hace crítica de cine en el semanario Nosotros y publica su primera novela, la ya citada “La turbina”, a la que siguen “Los pobres contra los ricos” (1933) y “Reparto de tierras” (1934)....
Pero, como sobre la faceta literaria de Arconada ya se hablará, creo, de manera más amplia en “CAMINAR CONOCIENDO”, nosotros en éste nos centraremos en César M. Arconada como hombre de cine, campo en el que destacó sobre todo en calidad de teórico, como articulista y crítico, aunque tampoco desdeñó la praxis, como demuestra su colaboración con uno de los primeros intentos de realizar a cabo un tipo de cine documental y de agitación, muy pegado al terreno, a los avatares del momento, el que propició la creación de la productora “Films Popular”, estrechamente ligada al PCE, y que durante el período republicano, y en especial el de la guerra civil, realizó numerosos cortos y mediometrajes, en algunos de los cuales participaría Arconada en calidad de guionista.
Como es sabido, los treinta fueron un período de gran efervescencia en la vida cultural española, y muchos de los integrantes de movimientos y grupos como el de la Generación del 27 mostraron un gran interés por una forma relativamente nueva de expresión artística que justo en aquellos momentos estaba experimentando la transición desde la plenitud del mudo a los primeros balbuceos del sonoro. Es notable el interés del que quizás contagiados por Buñuel ya durante su estancia en la Residencia de Estudiantes dieron muestra Dalí o el propio Lorca, quien no dudó en ponerse ante la cámara como uno de los actores del grupo “La Barraca”, lo que ha permitido conservar las únicas imágenes en movimiento de que se dispone del autor granadino. También Alberti reveló un más que notable interés por el cine, en concreto por los cómicos norteamericanos del mudo, a los que dedicó algún poema, como “Soy un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos”, y de manera muy especial por uno al que en España se conocía como “Pamplinas”, y que le inspiró su “Paseo con Búster Keaton”.
Muy identificado con estos artistas, Arconada contribuyó a fundar con algunos de ellos, y con otros, como Ernesto Jiménez Caballero, el primer cine-club de España, el famoso “Cine-Club Universitario”, cuyas proyecciones de los primeros títulos del cine de vanguardia francés o del cine soviético de aquellos años tanto contribuirían a fomentar el interés por el lenguaje cinematográfico entre la “intelligentsia” española, y se sintió fascinado por figuras como Chaplin, Keaton, a los que dedicó uno de sus libros más conocidos, “Tres Cómicos del Cine”, todavía considerado por algunos como el análisis más penetrante y la valoración más justa de todo lo que estos tres genios aportaron a la evolución del séptimo arte, o por la de Greta Garbo, por aquel entonces en los inicios de su carrera, a la que dedicó una biografía imaginaria, totalmente inventada, que paradójicamente pasa por ser el mejor retrato de la actriz que se haya escrito jamás, y que sería traducida a varios idiomas.
Desgraciadamente, la derrota de la II República obligó a Arconada a unirse a lo que se llamó “la España peregrina”, a los numerosos intelectuales, profesores, científicos y artistas que tuvieron que partir al exilio, siempre con la idea de regresar a su país lo antes posible. Arconada se instalaría en Moscú, donde colaboraría con la Editorial Progreso y con Radio España Independiente.Allí compartiría los largos y duros años de exilio con otras figuras destacadas del bando republicano, como Constancia de Mora y Aragón, que a pesar de su origen aristocrático fue ferviente republicana y víctima de un eclipsamiento parecido al de Arconada, ya que su autobiografía “Doble esplendor” es sin duda alguna una obra de enorme interés, el equivalente desde el punto de vista femenino de “La forja de un rebelde”, de Barea.
En Moscú fallecerían ambos, sin ver consumado su anhelo de regresar a España, sin que su obra pudiera ser conocida y apreciada en su propio país.De hecho hubo que esperar hasta 1973 para que una editorial modesta, como Castellote Editor, reeditase en España los dos libros más conocidos de Arconada, “Tres cómicos del cine” y “Vida de Greta Garbo”, hoy ya inencontrables. Del prólogo al primero de ellos, obra de los hermanos Pérez Merinero, extraemos los siguientes párrafos que, aunque de manera tardía, pretenden rendir homenaje a la figura de Arconada y a su obra como teórico y analista del cine:“Como tantos otros jóvenes intelectuales de su tiempo, sobre todo de los de “La Gaceta Literaria”, Arconada sintió pasión por el arte que nacía con ellos. Eran “cinematófilos” y al cine, con mayor o menor intensidad, dedicaron páginas espléndidas. De los hombres de “La Gaceta”, tres son los que destacaron en cuanto a labor cinematográfica se refiere: Buñuel, Juan Piqueras y Arconada, que fue a nuestro juicio uno de los que más lúcidamente se enfrentó con el fenómeno. Si Buñuel dio el salto a la práctica y Piqueras fue el gran organizador, Arconada se nos presenta como el escritor y crítico cinematográfico par excellence. Sin embargo, Arconada no fue un crítico especializado. La especialización, en cualquier faceta, le venía estrecha.
Escribió sobre cine a lo largo de ocho o nueve años, y aunque su producción aparte de sus dos libros ya citados no sea extensa, es brillante y densa, al tiempo que refleja sus actitudes vitales e ideológicas.. Si hubiésemos de aislar dos momentos en el recorrido cinematográfico de Arconada que nos diesen una visión, no por esquemática menos real, de su evolución en la concepción del cinema, elegiríamos sin dudarlo, Posesión lírica de Greta Garbo (1928) y Hacia un cinema proletario (1933). El primero, que corresponde a su período de, digamos, literato puro, es un texto muy elaborado y bello, pleno de hechizo, pasión y fuego, y que nos comunica una Greta Garbo fantasmal, hecha de sombras, que como todas las vidas que viven en la pantalla no puede ser aprehendida, menos aún poseída.
Dos libros nos dan una visión del camino recorrido por Arconada en torno al cine: Posesión lírica de Greta Garbo (1928) y Hacia un cinema proletario (1933
A pesar de esta evidencia, Arconada, como buen fan enamoradizo, intenta la posesión por el más accesible (e inútil) camino de la lírica. Hacia un cinema proletario se inserta dentro de los propósitos de la revista Nuestro Cinema ( 1932-1935) por elaborar las bases de / para un cinema proletario. El articulo, amén de preguntarse sobre lo que el tal cinema proletario debe ser, es ante todo una interrogante ( y una respuesta) sobre la actitud y el rol del intelectual que pasa a las filas del proletariado. Este artículo de Arconada es a nuestro juicio uno de los de mayor altura y rigor de los publicados en Nuestro Cinema, revista muy sobrevalorada, en la que la superficialidad y graves carencias metodológicas eran las notas dominantes.
Para terminar, unas palabras sobre “Tres cómicos del cine”. Es éste un libro fronterizo, próximo, sin embargo, a las zonas líricas del espectro. El método que sigue Arconada tanto en éste como en su “Vida de Greta Garbo”, es crear (inventar) a partir de fragmentos de la cotidianeidad del personaje, y no solo del personaje, sino también a partir de lo cotidiano todo, el personaje mismo, mito al que nos devuelve. Pero si en “Vida de Greta Garbo” lo cotidiano y su reelaboración/”posesión” devienen en deshumanización (del personaje, se entiende), en “Tres cómicos del cine”, situado en efecto en una etapa fronteriza, en la que Arconada cuestiona desde el interior sus fundamentos estilísticos, su acercamiento a la cotidianeidad del personaje deviene en humanización del mismo. Finalmente, digamos que el origen de “Tres cómicos del cine” está en un proyecto editorial, que no dudamos en calificar de histórico; “unión del cine con la joven literatura”, dirigido por Piqueras, que no adquirió consistencia, debido al parecer a la retirada del socio capitalista. Este proyecto, Figuras del cinema, planteaba la publicación quinquenal de pequeños libros “a precios populares” de biografía y crítica de las principales “estrellas” del cinema.
el origen de “Tres cómicos del cine” está en un proyecto editorial, que no dudamos en calificar de histórico; “unión del cine con la joven literatura”,
En el número 77 (1 de marzo de 1930) de La Gaceta Literaria una nota anónima que informaba del proyecto señalaba: “A medida que se vayan publicando estos pequeños volúmenes se irá viendo como la joven literatura interpreta, con estilo cinematográfico y personal, las diversas figuras del cinema. Será una experiencia animosa y, desde luego, vislumbrante de promesas”. El proyecto, como declaramos, lamentablemente no cuajó. El libro sobre Clara Bow, que debía abrir la serie, fue el único, que sepamos, que se materializó, y sería incluido meses más tarde en el libro “Tres cómicos del cine”, que hoy, gozosamente, se reedita”. Teniendo en cuenta que hace solo dos años se producía el centenario de su nacimiento, no estaría de más que, aparte de dedicarle íntegro este número de la Revista, se propiciara la celebración de algún homenaje que, aunque algo tardío, restituyese la memoria de la obra de Arconada y diese a conocer su figura a las nuevas generaciones.
Por Andrés Linares(*)
Al igual que otras muchas figuras de la cultura española de su época, la de César M. Arconada (Astudillo, Palencia, 1898 / Moscú 1964) ha sufrido lo que podríamos calificar de doble eclipsamiento: el primero, cuando todavía vivía, porque al tratarse de un intelectual de izquierda, claramente comprometido con la causa de II República, desapareció, sin más, de las antologías sobre Literatura y de los libros de Cine durante el largo período franquista; el segundo, porque al fallecer prematuramente en el exilio, no tuvo la oportunidad de regresar a España, ni de ser objeto de la rehabilitación e incluso recuperación oficial de su figura que si se ha dado en el caso de otros autores, algunos de ellos con menores méritos que los suyos.
Reflejo de este eclipsamiento es el hecho de que, a pesar de haberse cumplido en el 1998 el centenario de su nacimiento, éste haya pasado inadvertido no solo en el mundo de la Cultura y el del Cine, de por sí olvidadizos, sino incluso en las filas del PCE, en el que militó hasta su muerte, y que no se le haya dedicado ni un acto, ni una sola línea a recordar su memoria.
Personaje polifacético, al que podría calificarse de auténtico “hombre renacentista” por la amplitud y variedad de sus conocimientos, Arconada se dedica desde fecha temprana al periodismo y trabaja en el Diario Palentino; de 1923 a 1926 es crítico musical de la revista Alfar ( La Coruña ). En ese último año publica En torno a Debussy. Desde su salida ( 1927) es asiduo colaborador de La Gaceta Literaria de la que llega a ser redactor-jefe. En 1928 aparece su primer libro de poemas, Urbe... Arconada destacó en muy distintos campos de le creación y el pensamiento: en la novela, por citar solo una, “La Turbina”, muy en la línea del llamado “realismo socialista” tan en boga durante los años treinta, y cuyo interés y calidad están pidiendo a gritos una reedición.
Animado por este espíritu, Arconada decidió saltar a la palestra y convertirse en editor para poder sacar a la luz las obras que consideraba relevantes, y fundó Ediciones Ulises, a la sombra de la Compañía Iberoamericana de Publicaciones, junto con Julio Gómez de la Serna, hermano menor de Ramón, y ya entonces conocido traductor, y de José Lorenzo.
A modo de anécdota, y para revelar el grado de curiosidad intelectual y de “olfato” de Arconada como editor, conviene señalar que fue él quien convenció a Lorca, siempre reticente a dar sus poemas a la imprenta, para que en el otoño de 1930, entregase a Ediciones Ulises una serie de poesías sobre tema taurino, que se convertirían en “Sol y sombra”.
También a partir de 1930 hace crítica de cine en el semanario Nosotros y publica su primera novela, la ya citada “La turbina”, a la que siguen “Los pobres contra los ricos” (1933) y “Reparto de tierras” (1934)....
Pero, como sobre la faceta literaria de Arconada ya se hablará, creo, de manera más amplia en “CAMINAR CONOCIENDO”, nosotros en éste nos centraremos en César M. Arconada como hombre de cine, campo en el que destacó sobre todo en calidad de teórico, como articulista y crítico, aunque tampoco desdeñó la praxis, como demuestra su colaboración con uno de los primeros intentos de realizar a cabo un tipo de cine documental y de agitación, muy pegado al terreno, a los avatares del momento, el que propició la creación de la productora “Films Popular”, estrechamente ligada al PCE, y que durante el período republicano, y en especial el de la guerra civil, realizó numerosos cortos y mediometrajes, en algunos de los cuales participaría Arconada en calidad de guionista.
Como es sabido, los treinta fueron un período de gran efervescencia en la vida cultural española, y muchos de los integrantes de movimientos y grupos como el de la Generación del 27 mostraron un gran interés por una forma relativamente nueva de expresión artística que justo en aquellos momentos estaba experimentando la transición desde la plenitud del mudo a los primeros balbuceos del sonoro. Es notable el interés del que quizás contagiados por Buñuel ya durante su estancia en la Residencia de Estudiantes dieron muestra Dalí o el propio Lorca, quien no dudó en ponerse ante la cámara como uno de los actores del grupo “La Barraca”, lo que ha permitido conservar las únicas imágenes en movimiento de que se dispone del autor granadino. También Alberti reveló un más que notable interés por el cine, en concreto por los cómicos norteamericanos del mudo, a los que dedicó algún poema, como “Soy un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos”, y de manera muy especial por uno al que en España se conocía como “Pamplinas”, y que le inspiró su “Paseo con Búster Keaton”.
Muy identificado con estos artistas, Arconada contribuyó a fundar con algunos de ellos, y con otros, como Ernesto Jiménez Caballero, el primer cine-club de España, el famoso “Cine-Club Universitario”, cuyas proyecciones de los primeros títulos del cine de vanguardia francés o del cine soviético de aquellos años tanto contribuirían a fomentar el interés por el lenguaje cinematográfico entre la “intelligentsia” española, y se sintió fascinado por figuras como Chaplin, Keaton, a los que dedicó uno de sus libros más conocidos, “Tres Cómicos del Cine”, todavía considerado por algunos como el análisis más penetrante y la valoración más justa de todo lo que estos tres genios aportaron a la evolución del séptimo arte, o por la de Greta Garbo, por aquel entonces en los inicios de su carrera, a la que dedicó una biografía imaginaria, totalmente inventada, que paradójicamente pasa por ser el mejor retrato de la actriz que se haya escrito jamás, y que sería traducida a varios idiomas.
Desgraciadamente, la derrota de la II República obligó a Arconada a unirse a lo que se llamó “la España peregrina”, a los numerosos intelectuales, profesores, científicos y artistas que tuvieron que partir al exilio, siempre con la idea de regresar a su país lo antes posible. Arconada se instalaría en Moscú, donde colaboraría con la Editorial Progreso y con Radio España Independiente.Allí compartiría los largos y duros años de exilio con otras figuras destacadas del bando republicano, como Constancia de Mora y Aragón, que a pesar de su origen aristocrático fue ferviente republicana y víctima de un eclipsamiento parecido al de Arconada, ya que su autobiografía “Doble esplendor” es sin duda alguna una obra de enorme interés, el equivalente desde el punto de vista femenino de “La forja de un rebelde”, de Barea.
En Moscú fallecerían ambos, sin ver consumado su anhelo de regresar a España, sin que su obra pudiera ser conocida y apreciada en su propio país.De hecho hubo que esperar hasta 1973 para que una editorial modesta, como Castellote Editor, reeditase en España los dos libros más conocidos de Arconada, “Tres cómicos del cine” y “Vida de Greta Garbo”, hoy ya inencontrables. Del prólogo al primero de ellos, obra de los hermanos Pérez Merinero, extraemos los siguientes párrafos que, aunque de manera tardía, pretenden rendir homenaje a la figura de Arconada y a su obra como teórico y analista del cine:“Como tantos otros jóvenes intelectuales de su tiempo, sobre todo de los de “La Gaceta Literaria”, Arconada sintió pasión por el arte que nacía con ellos. Eran “cinematófilos” y al cine, con mayor o menor intensidad, dedicaron páginas espléndidas. De los hombres de “La Gaceta”, tres son los que destacaron en cuanto a labor cinematográfica se refiere: Buñuel, Juan Piqueras y Arconada, que fue a nuestro juicio uno de los que más lúcidamente se enfrentó con el fenómeno. Si Buñuel dio el salto a la práctica y Piqueras fue el gran organizador, Arconada se nos presenta como el escritor y crítico cinematográfico par excellence. Sin embargo, Arconada no fue un crítico especializado. La especialización, en cualquier faceta, le venía estrecha.
Escribió sobre cine a lo largo de ocho o nueve años, y aunque su producción aparte de sus dos libros ya citados no sea extensa, es brillante y densa, al tiempo que refleja sus actitudes vitales e ideológicas.. Si hubiésemos de aislar dos momentos en el recorrido cinematográfico de Arconada que nos diesen una visión, no por esquemática menos real, de su evolución en la concepción del cinema, elegiríamos sin dudarlo, Posesión lírica de Greta Garbo (1928) y Hacia un cinema proletario (1933). El primero, que corresponde a su período de, digamos, literato puro, es un texto muy elaborado y bello, pleno de hechizo, pasión y fuego, y que nos comunica una Greta Garbo fantasmal, hecha de sombras, que como todas las vidas que viven en la pantalla no puede ser aprehendida, menos aún poseída.
Dos libros nos dan una visión del camino recorrido por Arconada en torno al cine: Posesión lírica de Greta Garbo (1928) y Hacia un cinema proletario (1933
A pesar de esta evidencia, Arconada, como buen fan enamoradizo, intenta la posesión por el más accesible (e inútil) camino de la lírica. Hacia un cinema proletario se inserta dentro de los propósitos de la revista Nuestro Cinema ( 1932-1935) por elaborar las bases de / para un cinema proletario. El articulo, amén de preguntarse sobre lo que el tal cinema proletario debe ser, es ante todo una interrogante ( y una respuesta) sobre la actitud y el rol del intelectual que pasa a las filas del proletariado. Este artículo de Arconada es a nuestro juicio uno de los de mayor altura y rigor de los publicados en Nuestro Cinema, revista muy sobrevalorada, en la que la superficialidad y graves carencias metodológicas eran las notas dominantes.
Para terminar, unas palabras sobre “Tres cómicos del cine”. Es éste un libro fronterizo, próximo, sin embargo, a las zonas líricas del espectro. El método que sigue Arconada tanto en éste como en su “Vida de Greta Garbo”, es crear (inventar) a partir de fragmentos de la cotidianeidad del personaje, y no solo del personaje, sino también a partir de lo cotidiano todo, el personaje mismo, mito al que nos devuelve. Pero si en “Vida de Greta Garbo” lo cotidiano y su reelaboración/”posesión” devienen en deshumanización (del personaje, se entiende), en “Tres cómicos del cine”, situado en efecto en una etapa fronteriza, en la que Arconada cuestiona desde el interior sus fundamentos estilísticos, su acercamiento a la cotidianeidad del personaje deviene en humanización del mismo. Finalmente, digamos que el origen de “Tres cómicos del cine” está en un proyecto editorial, que no dudamos en calificar de histórico; “unión del cine con la joven literatura”, dirigido por Piqueras, que no adquirió consistencia, debido al parecer a la retirada del socio capitalista. Este proyecto, Figuras del cinema, planteaba la publicación quinquenal de pequeños libros “a precios populares” de biografía y crítica de las principales “estrellas” del cinema.
el origen de “Tres cómicos del cine” está en un proyecto editorial, que no dudamos en calificar de histórico; “unión del cine con la joven literatura”,
En el número 77 (1 de marzo de 1930) de La Gaceta Literaria una nota anónima que informaba del proyecto señalaba: “A medida que se vayan publicando estos pequeños volúmenes se irá viendo como la joven literatura interpreta, con estilo cinematográfico y personal, las diversas figuras del cinema. Será una experiencia animosa y, desde luego, vislumbrante de promesas”. El proyecto, como declaramos, lamentablemente no cuajó. El libro sobre Clara Bow, que debía abrir la serie, fue el único, que sepamos, que se materializó, y sería incluido meses más tarde en el libro “Tres cómicos del cine”, que hoy, gozosamente, se reedita”. Teniendo en cuenta que hace solo dos años se producía el centenario de su nacimiento, no estaría de más que, aparte de dedicarle íntegro este número de la Revista, se propiciara la celebración de algún homenaje que, aunque algo tardío, restituyese la memoria de la obra de Arconada y diese a conocer su figura a las nuevas generaciones.
(*)Andrés Linares: director de cine
(DE LAS PÁGINAS 26, 27 y 28 DE LA REVISTA 'CAMINAR CONOCIENDO')
(DE LAS PÁGINAS 26, 27 y 28 DE LA REVISTA 'CAMINAR CONOCIENDO')
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